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Exposición revela faceta pictórica de Poniatowska

Escrito por: Tomado de Internet

Una sensación de luminosidad y descanso es lo que se produce en Elena Poniatowska al pintar. Esta faceta poco conocida de la periodista y escritora ahora se hace pública en la exposición Historia de una amistad, de Elena Poniatowska y Diego Lamas, montada en el Centro Libanés.

Luminosidad porque desde hace varios años Elenita, como le dicen de cariño, toma clases de pintura, todos los sábados, en el comedor de su casa, un cuarto abierto por todas partes, de allí que le entra mucha luz. La gran mesa del comedor, en vez de suculentos platillos, ahora tiene materiales para pintar, junto con otros dos alumnos, Diego Lamas, pintor, y Stephanie Brewster, cineasta, bajo la instrucción de Enrique López Pacheco, de 11 a 14 horas.

Entre semana, Lamas toma clases a diario en su casa, donde Poniatowska conoció a López Pacheco, ya que es amiga de Marta Lamas, madre de su compañero de banca. Diego ya ha realizado varias muestras, sin embargo, la del Centro Libanés es la primera para la ganadora del Premio Cervantes 2013.

Fue el mismo López Pacheco quien organizó la muestra con un total de 74 obras: 27 de Elenita y 47 de Diego, todas pintadas al óleo. Aparte de los cuadros, el curador ha documentado la vida de Poniatowska y su familia desde que llegaron a México en 1943.

En 2011 la escritora confió a este diario que “quizá se anime a dedicar un tiempo a la pintura, actividad que le hace ojitos. De hecho, Poniatowska ha pintado fragmentos de un par de cuadros: las flores amarillas de un hermoso campo donde camina la figura de su madre, y la falda tricolor de una china poblana.

Se trata, añade, de un mundo que ayuda muchísimo, tranquiliza, porque te metes a otro tiempo, a otro ritmo; es mucho más sedante que escribir.

La autora de La noche de Tlatelolco empezó a pintar hace varios años, pero interrumpió sus clases por la pandemia, aunque las retomó en 2023. Pintar es un pasatiempo bonito que además te hace mucho bien, comenta en charla con La Jornada.

–¿Qué pinta?

–Cualquier cosa que se me ocurre. Temas fáciles. Es como algo dominguero, de gusto, de placer. Es una cosa que tomo para llenar la vida de una mujer de 93 años los fines de semana porque a mis nietos ya les aburre una abuelita. Es, pues, un remedio contra la soledad.

Obra figurativa

Los suyos son cuadros más bien grandes, figurativos. Por ejemplo, de su hermano Jan, fallecido a los 21 años y un gran nadador. Se le ve, entonces, nadando en el mar. También tiene varias obras de bailarinas con sus trajes de tul, en referencia a su hermana Kitzia, fallecida apenas este año y quien estudió ballet. Pinta al óleo como si fuera una pintora.

Poniatowska hace hincapié en un cuadro que, por su gran tamaño, no está en la muestra. Al final de su vida mi mamá me contó que, de niña, cuando vivía en Biarritz, tuvo un sueño que la hizo feliz. Ella era de una familia porfirista que, tras perder sus haciendas y demás bienes, se exilió en Francia. Me relató que se soñó en un campo de narcisos amarillos y que había amanecido muy feliz. Pinté el cuadro después para darle gusto. El maestro Enrique me ayudó con la figura femenina que se hace acompañar de su perro salchicha.

Las formas de pintar de Poniatowska y Lamas son muy diferentes. Para Elena es un “divertimiento, nada más, algo que está fuera del contexto del periodismo y de la literatura. Representa un momento de paz. ‘Haz de cuenta’, le digo, ‘es esta parte’. Empieza a pintarla y al rato como que se emociona. La ves tan hermosamente feliz que dices: ‘qué maravilla’. Siempre sale el tema de su madre, la llegada a México, su historia. No sé si esto nos pasa a todos al crecer, que hagamos un recuento de nuestra historia”, señala López Pacheco.

Respecto a la obra de Lamas, más bien se relaciona con retomar la idea de la pintura renacentista y barroca y hacerle ciertas modificaciones, acota el profesor.

Para la periodista Beatriz Zalce, amiga cercana de Poniatowska, “esta muestra entrevera los caminos de la amistad, del arte, del feminismo y los recuerdos. Historia de una amistad es una lección de vida. A sus 93 años, con todos los libros que ha escrito, con todos los premios recibidos, Elena Poniatowska toma clases de pintura. La maestra es una alumna aplicada. Por su parte, Diego Lamas es un discípulo extemporáneo de los grandes como Rembrandt, Da Vinci y Vermeer. Ha recorrido el mundo para mirar de cerca sus obras. Ha asimilado las lecciones de color, de composición. Diego reinterpreta y propone nuevas miradas, algunas cargadas de humor, de cachondería, aunque también de reflexión no exenta de dolor”.

Historia de una amistad, de Elena Poniatowska y Diego Lamas, permanecerá hasta el 22 de julio en el Centro Libanés (Hermes 67, colonia Crédito Constructor, Ciudad de México).

https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/07/09/cultura/exposicion-revela-faceta-pictorica-de-poniatowska


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