Weekly News

ImprimirRecomendar nota

La misma historia con distinto empaque

Escrito por: Redacción

Agua Prieta, Sonora. - Mientras continúen los mismos “dinosaurios políticos” enquistados en el PAN, esos que han hecho del poder su forma de vida, así tomen protesta cien mil veces nuevos comités y se tomen las fotos con sonrisas fingidas, la percepción ciudadana seguirá siendo de hartazgo y de rechazo. El ciudadano ya no cree en los discursos de “renovación” ni en los “nuevos bríos” de los mismos rostros de siempre. La verdad, suena a burla.

El PAN ha gobernado en Agua Prieta en tres periodos recientes: 1994-1997, 2003-2006 y 2015-2018. En esos años, el partido se ganó una reputación marcada por el autoritarismo y la corrupción. Se le vinculó con prácticas clientelares, “dedazos”, favoritismos y decisiones impuestas desde las cúpulas. Hoy, aunque intenten maquillar el pasado, la memoria colectiva no olvida los abusos, los excesos y la soberbia con que se conducían.

Y no podemos dejar de mencionar al famoso grupo político de “Los Mijilovers” o “Los Mijitos”, una camada de políticos que ha pasado por todas las siglas posibles: PRI, PSD, PES y ahora CSP. Mismos actores, mismas estrategias, menos militantes, pero la misma ambición. Su objetivo no ha sido servir al pueblo, sino conservar privilegios. Ya no provoca risa ni lástima, provoca indignación. Pretenden seguir comprando voluntades con una bolsa de papas o un “apoyo” simbólico, creyendo que el pueblo sigue dormido.

Han convertido el servicio público en un negocio de poder y conveniencia. Lo que alguna vez fue una vocación, se ha transformado en un sistema podrido, sostenido por el abuso, el tráfico de influencias y la impunidad. Los puestos públicos se reparten como botín, y quienes se atreven a criticar, son marginados o silenciados.

A eso se suma un sistema de justicia profundamente deteriorado. En Agua Prieta, como en gran parte del país, la justicia parece tener precio. Si tienes dinero, el proceso fluye; si no, te espera una celda. La ley se aplica con desigualdad y los privilegios se compran, mientras la honestidad y la pobreza se castigan.

Las corporaciones policiacas no se salvan de esta podredumbre. Coordinadas muchas veces para encubrir abusos o lucrar con la necesidad del ciudadano, se han convertido en parte del problema. Fiscalías que negocian denuncias, agentes que inventan cargos y un sistema judicial que se alimenta del miedo. Es, sin duda, el reflejo de un modelo político que necesita una limpieza profunda, no de nombres, sino de conciencia.

https://www.facebook.com/share/p/17sSHU9pZJ/


Publicar en:

Más información en ésta sección

Comentarios en ésta nota

Opina sobre ésta nota